25.5.13

Mi opinión

Quien aún no haya oído hablar de esta historia es que no está muy puesto en las novedades literarias, pues E.L. James ha conseguido cautivarnos a muchos y a muchas con la trilogía erótica Cincuenta sombras, que  ha encabezado las listas de best-sellers en todo el mundo, incluyendo Reino Unido —lugar de origen de la autora—, y Estados Unidos, capaz incluso de llegar a desbancar a J.K Rowling, ya amenazada en su momento por la olvidada Stephenie Meyer.
La trilogía, que destaca en parte por sus escenas explícitamente eróticas con elementos de las prácticas sexuales del sadomasoquismo, narra la historia entre la estudiante Anastasia Steele y el aclamado empresario Christian Grey cuyo romance atípico muestra un lado oscuro del sexo.
Lo interesante es la increíble capacidad de atracción que posee, envolviéndote en una historia de amor cuyo final nunca queda claro hasta terminada la última entrega, haciendo que una vez comiences te resulte imposible parar de leer. 
La idea de E.L. James nació a partir de un fanfiction de la ya olvidada —al menos por mi parte— Saga Crepúsculo, en la que se narraban encuentros sexuales entre los protagonistas Edward y Bella.
He de decir que no la recomiendo para todo el mundo, puesto que ciertos aspectos de la historia resultarían difíciles de encajar desde el punto de vista de un lector cuya madurez sea escasa. No quiero decir con esto que la edad influya a la hora de leer la trilogía, ya que yo soy el claro ejemplo de que no importa lo joven que uno sea para aceptar, entender y ver con objetividad y madurez lo que se nos cuenta.
En lo que discrepo es en que se le haya atribuido el nombre de «porno para mamás». Vale que gran parte de las lectoras sean mujeres casadas de más de treinta años, pero hay que admitir que también ha tenido éxito en nosotras las adolescentes.
No es necesario que continúe elogiando a lo que ya se ha denominado como único en su clase.


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